Hoy suena la música instrumental.. solo un piano, o un chelo, o el susurro calmante de tu voz. Más pausado y lento es el camino melódico que necesito sentir un día como hoy. El agua que cae me conforta, como cuando tengo frío y me abrazas. He salido a caminar de madrugada, cuando la brisa aún no se ha disipado, necesitado del color tenue y el calor de tu aliento en los días de frío solar.
Eres el alba de ciudad, que aún duerme con los ojos en movimiento. Eres el sueño tornasolado de la mañana al despertar. Te acercas a mí en el silencio, cual felina necesidad, eres como el deseo en una mañana de enero, con los sentimientos al aire, con el miedo en la piel. Juntamos a nuestro pecho el silencio que nos está llamando. Eres como el café con miel de mi mañana, humeante y con gran sabor a ti. Es como levantar el humo espeso que nos recuerda que es como en un sueño. Vívido y entre claroscuros y contrastes.
Húndeme en tu abismal mirar, niégame la vida misma, mas no tu risa. Caigo rendido, después de mi viaje a un país de maravilla, con el deseo de llevarte conmigo. Escapémonos a través de una ventana, crucemos el horizonte que ambos vemos cuando nos bebemos de nostalgia, y nos abrazamos. Aquí estás... siempre estás. Te llevo conmigo. Conmigo tú vas.
En esta calle solitaria, está nuestra banca esperándonos. Se ha de poner triste los días en que no nos ve. En el que pasamos de largo, en el que transcurrimos en monotonía de risas, en cansancio de sueños, en el desaire encontrado. Alumbra su asiento el rayo mañanero, el frescor de la esperanza, justo cuando más cansado me siento.
Méseme esta noche con el vaivén de la luna. Recuéstate en mi hombro-almohada de plumas de ave fénix. Toca para mí con gotas de lluvia. Préndeme la luz para guiar mis pasos a tu encuentro. Dime con un silencio prolongado que la noche no es tan corta y que los sueños son tan ciertos como el beso con que me quitas aliento. Déjame extraer de cada instante que te tengo, la exuberancia majestuosa de tu presencia. Escríbeme en el cielo, con nubes de color piel y ambrosía el pacto eterno de un amor encontrado.
Mi máquina de escribir me ha dicho que hoy no tiene ganas de teclear palabras, que se ha cansado, que su tinta se ha marchitado, por eso te escribo a mano, con mi pensamiento... con gestos ensordecidos y suspiros eternos.
Sonríe bella niña, has quedado guardada en el álbum de mi noche, en los rayos de luz de mi día. Te mando los ángeles de tipografía y rima, pequeños e indescifrables, justos y alusivos, metáfora de mi sentir.
Hoy me quedo a la espera, con mi libro en la mano. Con los ojos entreabiertos, recostado ante mi ventana... ondeando el estandarte con tu nombre escrito.