lunes, 16 de noviembre de 2009

Ensayo sobre la Ceguera

Aún cuando este título ya se ha utilizado; es más, ganado un premio nobel me gustaría utilizarlo para escribir un pequeño momento, una pequeña pluma al aire.

Y se han ido los días. Pasa uno, viene otro más y ¿qué pasa? Nada. Hoy quería entregar lo bueno y ser parte de las personas que te vas encontrando por tu caminar. Marcan tus recuerdos, los llevas, las traes... pero simplemente no te ven. Nunca lo hicieron, nunca lo notarán siquiera.


Pasa y pasa la tarde. Sigues viviendo y compras y gastas. Te mueves entre los vehículos, te tropiezas al caminar. Te invade la melancolía de saber que escuchas una voz que te llama. Que sientes dentro de ti la necesidad de voltear a todos lados... pero no eres más que una sombra. Pasas y escribes líneas en un cuaderno gastado. Te revuelves entre las cobijas y el baño no logra quitar la capa de desentendimiento.


Sientes la luz entrar y te callas... callas nuevamente... el silencio abismal...


Mundo indiferente que no te importo, que buscas ser igual que uno más. Mundo de lo que me dicen, de lo que a veces no quiero creer. Me destrozas y me empujas cuando me niego a ti. Estás ciego. Estoy ciego también yo.


Te luces y cuando intento abrirme a ti, mundo, te me cierras y me dejas a fuera. Me ignoras, me niegas dos veces. Destruyes lo que quería darte y me haces dudar de lo que valgo.


Pero hay un tiempo que ha venido fuera de ti. Tu momento ya ha pasado.


Cuando todo el mundo estaba ciego... fuiste la única que me vio. Me arrullaste cuando más sueños necesitaba tener. Te escribí mil versos y una historia, y leiste mi vida y la hiciste tuya. Ángel de mi guarda y mi dulce compañía, no es hora de estar despierta... es nuestra hora de viajar juntos. Me haces falta como el aire, me creces por todos lados, me deslumbras con tu luz.


Eres uno conmigo, vuelvo al mundo ciego de éxtasis por ti... porque el verdadero sentir me da la lucidez de haberte escogido aunque el mundo nunca llegue a ver con los ojos de los enamorados, de los locos, de los que somos cuerdos.


Me quedo contigo esta noche. La noche insondable, la mañana veraniega. El día de lluvia que nos moja, los besos al aire. Son nuestras señales las palabras que no se dicen, la mirada perdida, el escalofrío de añoranza. Estoy ciego para el mundo, pero me ven tus ojos bellos, me ve una verdad que nos atrevimos a escoger.


Abrazado mi almohada junto a la tuya, abrazo mi querer al tuyo. Me dejas sin aliento y hasta has derramado lágrimas por corresponder al llamado de dentro de ti.


Inspiración de luces y de virtudes. No hablo hoy porque esté triste. Sólo hablo porque lo necesito. Te hablo mundo, te hablo ante la ceguera que es vivir a veces. Hablo a los oídos sordos a los que combatimos contra incapacidad de no estar... de no ser...


Es un canto, una alegoría, mi verso dedicado a mi ensueño... a mi latir de todos los días. Un día volveré a ti para siempre, no sé si hoy o mañana. Aún cuando no me quede nada. Ni mi propia voluntad. Le he pedido al que todo lo ve que se quede junto a nosotros y que nos brinde la venia... la dicha... en el momento del resplandor, en la misma entrega... cuando ambos estamos lejanos...


Ceguera del mundo, lucidez para los entendidos... versos para la musa, confesiones para el confidente... basura para la crítica... oración para la creyente... la que espera, el que dice, los que aman...


Estoy ciego... pero eres tú quién me sigue viendo en el eclipse.